Fray Juan Ramírez, un gran ejemplo de persona resilente

Fray Juan nació en España, en un pequeño pueblo de la hermosa comunidad de la Rioja, en Murillo de Río Leza, el 21 de septiembre de 1529.

Hijo de unos humildes campesinos, sus padres, a los 9 años, lo ingresan como novicio en el convento que los dominicos tenían en Santa María de Valbuena, en Logroño.

Buscaban lo mejor para su hijo. En una sociedad como la española del siglo XVI, dónde la mayoría de la población era analfabeta y el acceso a la cultura era un privilegio reservado a unos pocos, entrar en un convento era asegurarle un futuro espléndido y el ascenso social.

Además, sus padres se aseguraban una vejez tranquila. La vida en el campo era muy dura, y que su hijo perteneciese a la clase social que controlaba la tercera parte de la riqueza del país, les proporcionaba una gran seguridad cuándo ya no pudiesen realizar las labores del campo.

Murillo de Río Leza

Entra en la orden religiosa de los dominicos, la más prestigiosa del momento, fundada en 1.207 por Santo Domingo de Guzmán. Sus frailes tenían formación universitaria y eran los más cultos, controlaban la Universidad y la Inquisición.

Juan fue un estudiante modelo. Apasionado del estudio y del conocimiento, con 26 años, en 1555, consiguió ordenarse.

Es enviado a Salamanca, al Colegio de San Esteban, para ampliar sus estudios.

En aquella época Salamanca era el epicentro de la cultura, donde residen los intelectuales más importantes. La mayor parte de los profesores de la Universidad eran clérigos y también la mayoría de alumnos.

Daban clase personajes como el Padre Francisco de Victoria, considerado el fundador del Derecho Internacional moderno y fundador de la famosa Escuela de Salamanca. Fue un gran defensor de los derechos humanos de los indios nativos americanos.

Otro personaje ilustre era Martín de Azpilcueta. Un gran teólogo y economista, auténtico precursor de la economía clásica, y el primero en formular la teoría cuantitativa del dinero.

El ambiente político de la época estaba revuelto y Salamanca era el centro del debate sobre la «ética de la conquista«, el derecho moral de considerar una guerra justa la conquista del Nuevo Mundo, como había declarado España.

Había un autentico laboratorio intelectual de derechos humanos. Con dos bandos enfrentados, los que defendían que los indios tenían los mismos derechos que cualquier cristiano y los que pensaban que la superioridad del conquistador justificaba la imposición de la fuerza para conseguir un grado más alto de desarrollo.

También se debatía que España priorizase sus intereses económicos frente a los doctrinales de la conversión de los Indios. El oro y la plata que llegaba de las Indias para mantener la supremacía del país en Europa financiando las guerras eran más importantes que tomar medidas contundentes contra los abusos cometidos sobre los indígenas.

El propio Carlos I prohibió a los clérigos volver a hablar sobre los asuntos de las Indias.

Fray Juan está inmerso en este ambiente durante los 15 años que estuvo en el Colegio de San Esteban, dedicado al estudio.

Convento de San Esteban

Era un hombre muy disciplinado, austero, de pocas palabras, pero que siempre que hablaba expresaba lo que pensaba, con unas principio morales inquebrantables. Con estos rasgos de personalidad hacían muy complicado que ocupase cargo alguno en la Orden, con un clero muy politizado. No se le permitió tampoco ser profesor.

Con su carácter justiciero, que no guardaba silencio ante las injusticias y poco amigo de componendas, no es de extrañar que las autoridades de la Orden lo quisiesen tener lo más alejado posible de ellos.

Por eso en 1571,  con 40 años, es enviado a predicar a México, a la provincia de Oaxaca, una de las más pobres del país, a evangelizar a los Indios Chocos.

Imagínate un intelectual de la categoría de Fray Juan, llegando a una de las zonas más pobres y abandonadas de México. Un hombre que se ha pasado toda su vida entre libros y en bibliotecas, dedicado al estudio, se encuentra de repente en un entorno rural y con una población de indígenas.

Cualquiera se hubiese asustado, pero Fray Juan aprendió muy pronto la lengua de los indios y aunque podía vivir en el Convento de los dominicos, prefirió convivir con los indios en su poblado.

Aunque se entregó en cuerpo y alma a su labor durante una año, sabía que su destino estaba en la labor intelectual y solicitó el traslado al Convento de Santo Domingo en México.

Convento de Santo Domingo en México

Se dedicó su gran pasión, escribir libros, y a labores intelectuales dentro de la Orden. Fue el director de artes, daba clases como catedrático de teología, y fue representante del prior.

En 1575 es nombrado prior del convento, la máxima autoridad de los dominicos en México.

Comienza a tener conflictos importantes con las oligarquías de México. Acostumbrados como estaban a priores que permitían el tráfico de influencias y a meter a familiares y amigos en la orden, no les hacía ninguna gracia un hombre honesto e insobornable que no permitía ningún tipo de amiguismos.

Con la edad Fray Juan no iba a dulcificar su carácter. En 1588, con 60 años, los enfrentamientos con las oligarquías criollas que gobernaban en la colonia se agudizaron.

Lo más grave es que empezó a criticar a los colonos por los abusos que cometían sobre los indios. Incluso denunciando a las autoridades coloniales de connivencia con ellos.

Los españoles eran los dueños de inmensas extensiones de tierra que habían arrebatado a los indios y propietarios de ricas minas de plata. La población indígena no quería trabajar para los que les había dejado sin las tierras que habían pertenecido a sus antepasados desde siglos y preferían tener su propia economía de autoconsumo y de subsistencia.

Pero el español no había ido a América a trabajar. Había ido a hacerse rico y como en otros muchos momentos de la historia de la humanidad a base de explotar a su prójimo.

¿Cómo lo hacía?

A cada español se le concedían centenares o miles de indios-repartimiento de indios- y de hectáreas de tierra para que las trabajasen. A cambio el español les cristianizaba.

El trabajo por supuesto no estaba remunerado y era obligatorio.

Esto daba lugar a abusos de toda índole, por lo que los Reyes de España deciden suprimir las encomiendas, pero alguien tenía que trabajar los campos y las minas. Así que se estableció el sistema de mitas.

Las autoridades españolas seleccionaban a una parte de los varones indígenas y de forma forzosa estaban obligados a trabajar a cambio de un pequeño salario. Ese pequeño salario era en realidad un salario de miseria que no llegaba ni para alimentarse al indio. Aunque les hubiesen pagado bien tampoco hubiesen querido ir a trabajar para los españoles, pero estaban obligados.

Las autoridades españolas tenían que reclutar al indio con la fuerza militar. Permanecían atados y encadenados para evitar que huyesen y en unas condiciones de vida deplorables.

¿Qué pensaba Fray Juan de esta situación?

Para él la conquista de América se basaba en una injusticia. No había sido ni mucho menos una guerra justa.

¿Qué le habían hecho las poblaciones indígenas a España? ¿Por qué declararles entonces la guerra si no habían hecho nada en su contra? Una guerra injusta a todas luces y según sus creencias esa injusticia la convertía en una guerra inmoral.

Las autoridades la justificaban porque para poder convertir al indígena al cristianismo y salvar sus alma, era necesario someterle políticamente. Ante el enorme bien de salvar sus pobre alma pecadora que más da si exterminamos a unos cuantos cientos de miles.

Fray Juan defendía que el único objetivo legítimo de la conquista era convertir a los indios pero no llevarse sus riquezas y mucho menos aprovecharse de su trabajo.

Por tanto, colonos, soldados y autoridades españolas deberían abandonar las indias.

¿Quien debería quedarse?

Los clérigos, ya que eran los únicos que eran necesarios para convertir a los indios y aquellos que protegiesen a las misiones eclesiásticas. Era un auténtico revolucionario para la época.

Si no se admitían sus otras dos ideas por lo menos había que considerar una iniquidad el trabajo forzoso de los indios.

Habían sido declarados vasallos libres por los Reyes Católicos, con los mismos derechos que cualquier castellano. Tratarles como esclavos era una injusticia y una ilegalidad.  Por tanto, cualquier tipo reclutamiento para realizar un trabajo forzoso, debía ser suprimido.

Por último, consideraba que tanto la riqueza que había conseguido España, como la de los colonos, era injusta, inmoral y contraria a la ley de Dios.

Mural de la conquista de Rivera

En España si que lo compartían en términos morales muchas personas de bien, pero en la práctica era irrealizable, ya que era la única mano de obra disponible.

Fray Juan lo consideraba una injusticia absoluta y comienza a combatir sin descanso para que sea suprimido.

Fray Juan no sólo era de pocas palabras, también era del tipo de persona que actúa.

Prohibió a cualquier fraile absolver en confesión a cualquier español que se valiese del trabajo de los indios. Vamos, que te condenaba al fuego eterno si estirabas la pata en cualquier momento. Al estar en pecado mortal les negó la eucaristía.

No contento con esto comenzó a escribir cartas de denuncia a Madrid.

Estamos hablando de una época dónde el Virrey podía acabar con la cabeza cortada, como le ocurrió a Blasco Núñez de Vela a manos de los conquistadores -ejecutado por el hermano pequeño de Francisco Pizarro-, por aplicar la ley impuesta por Carlos I y suprimir las encomiendas.

Los colonos empezaron a temerse que desde Madrid se acabase prohibiendo los repartimientos de indios. Las autoridades españolas tampoco estaban tranquilas ya que podían acabar siendo depuestas por complicidad con el sistema.

Fray Juan estaba rodeado de enemigos.

En épocas anteriores, Bartolomé de las Casas, o el Padre Victoria, habían llegado a tener audiencia con Carlos I para denunciar los abusos cometidos contra los indios y consiguieron que algunas leyes les protegieran.

Pero a finales del siglo XVI, la coyuntura política no era la misma. Las propias órdenes religiosas lo tomaban como algo del pasado y en la corte no interesaba en absoluto, la necesidad de seguir recibiendo ingresos provenientes de las Colonias era lo prioritario.

Fray Juan está sólo contra el mundo, nadie le ayuda. Sólo la población indígena le apoyaba y era su única esperanza de alcanzar la libertad.

¿Que podía hacer la Corona española con un personaje incómodo e insobornable que podía dar lugar a rebeliones?

Pues apartarle del cargo. Tenía Derecho de presentación ante el Papa y podía  proponer 3 candidatos ante cualquier obispado vacante.

Fray Juan recibe la comunicación en 1594. El Consejo de Indias le había puesto en la terna para el obispado de Chile.

Vio enseguida la jugada. No querían premiarle, querían sacarle de México. Al final no fue elegido como obispo pero no dejó que volviese a suceder.

Se prepara para embarcar e ir a la Corte a explicar en persona los abusos que se estaban cometiendo en América. Esto a las autoridades coloniales les producía sudores fríos, la máxima autoridad eclesiástica podía conseguir ser escuchada por el Rey.

¿Qué hicieron?

Denegarle la carta de embarque para ir con la flota de indias que salía de Veracruz.

Otra persona hubiese renunciado. Poco podía hacer si no tenía otra forma de viajar más que el barco. Pero Fray Juan no era de los que se rinden ante la adversidad.

Se subió a un barquito de cabotaje y se marchó a Cuba con la intención de embarcarse con la flota.

Pero oligarquía de México no iba a quedarse de brazos cruzados. Consiguió que las autoridades de Cuba también le denegasen el embarque para España.

Pocas opciones tenía el bueno de Fray Juan. Desde el desastre de la Armada Invencible cruzar el atlántico sin la protección de los galeones era muy peligroso al estar infestada de piratas.

Toma una decisión más que arriesgada. Con sesenta y tanto años se embarca en un pequeño barco de contrabando para cruzar durante un mes un océano con tempestades y olas de veinte metros y rodeado de piratas..

Pasó lo que tenía que pasar.

Los piratas ingleses capturan el barco y fray Juan acaba con sus huesos en una cárcel de Londres. Los piratas le perdonan la vida porque sabían que al ser una autoridad del clero, alguien pagaría por él un rescate.

La orden no quiere pagar por él. Las oligarquías de México movieron todas las influencias que tuvieron a su alcance para dejarle abandonado en la cárcel.

Para ellos el problema estaba solucionado. El fraile revolucionario acabaría muriendo en la cárcel olvidado del mundo.

Pero Fray Juan no era un tipo corriente. Consigue convencer a los carceleros ingleses de que si le sueltan les da su palabra de volver y pagar el dinero del rescate o regresar por su voluntad a la cárcel.

Le liberan y vuelve a España.

Tuvo que ser digno de ver la cara de los responsables de la orden cuándo llega y pide que le den el dinero del rescate porque ha empeñado su palabra con los ingleses.

Por supuesto que se lo niegan, faltaría más…

Ni corto ni perezoso Fray Juan se encamina al puerto para regresar a la cárcel de Londres. Imaginando el escándalo, las autoridades de la orden se vieron obligados a pagar el rescate.

Se queda en Madrid y durante 2 largos años intenta por todos los medios que le reciba Felipe II.

No era nada fácil conseguirla en condiciones normales y en el caso de Fray Juan mucho más, al no tener a nadie que le apoyase. Tras insistir sin descanso la consigue.

El rey Felipe II, conocido como el Rey Prudente, no era amigo de dar audiencias a la ligera y mucho menos de tomar decisiones improvisadas. Tenía la costumbre de escuchar y pedir un informe por escrito para su posterior estudio. Vamos, una forma de sacárselo de encima.

Felipe II

Fray Juan envió no sólo uno, fueron dos los que escribió al Consejo de Indias describiendo con detalle la penosa situación de la población indígena y denunciando los abusos de los españoles.

Se encargaron de que esos informes no llegasen a ninguna parte y se perdiesen en medio de la burocracia de la administración española. Fray Juan jamás recibió contestación alguna.

¿Cómo podemos saber el contenido de los informes? Porque se encargó de hacer copias y hacérselas llegar a diversas autoridades y una de ellas se ha conservado en la Biblioteca colombina de Sevilla.

En 1598 muere Felipe II. La situación se vuelve aún mas complicada para Fray Juan.

Su sucesor, Felipe III, era un Rey que rozaba el umbral de la deficiencia mental. Como dijo su padre:

Dios, que siempre me ha dado tantos reinos, me ha negado un hijo capaz de regirlos

La única preocupación del nuevo Rey era jugar a las cartas, a los dados, apostar -un auténtico ludópata- , la danza y al caza. Además era de naturaleza indolente, un vago redomado vamos, y delegó en una camarilla de intrigantes como el Duque de Lerma, las obligaciones propias del Rey.

Estos personajes sólo buscaban enriquecerse y lo último que les interesaba era tener a un clérigo honesto por la corte criticando la política española.

Repiten la jugada del pasado y le ponen en la terna para otro obispado. El de Guatemala.

Esta vez usan todas las influencias a su alcance y consiguen que el Papa lo nombre Obispo de Guatemala.

Con 72 años, ya anciano, lo fácil sería irse a descansar y olvidarse de todo. A fin de cuentas más no podía hacer. Pero él no era así. Rechazó el nombramiento desobedeciendo al Papa.

Las autoridades de la Orden le encierran en una celda de un convento y tras varios meses encerrado consiguen que acepte.

O eso se creen ellos…

Nada más salir, con un enfado tremendo, se dirige en peregrinación a Roma.

El asunto era grave, porque evidenciaba que él no aceptaba la designación de la Corona española y quería explicárselo en persona al Papa. Tener la potestad de decidir quien sería Obispo en América era un derecho que tenían los Reyes de España muy importante, dada la influencia política que tenían, y con su actitud cuestionaba ese derecho.

No hubo manera de impedírselo.

Se marcha andando!! 😯 . Paso tras paso, durante un año, se encamina hacia Roma.

Llegó lleno de andrajos, muy enfermo, todo un escándalo en Roma, sobre todo para el embajador español. Aquí también demuestra su valor, ya que hablamos del Papa que acababa de quemar en la hoguera a otro sacerdote dominico como él, el astrónomo Giordano Bruno.

El Papa Clemente VIII le recibe y le convence que se embarque hacia América.

Papa Clemente VIII

En 1602 llega a Guatemala, y se podría uno imaginar que después de todo lo vivido, cansado y envejecido como estaba, llegaría aplacado.

Pero no fue así.

Con la gran autoridad que le confería ser Obispo, comienza una lucha sin tregua contra los colonos de Guatemala. En este caso, a la Corona española le importa bien poco, ya que Guatemala no le aporta casi beneficio económico.

Preocupado por la situación de los indígenas, decide emplear todos los ingresos del obispado en ayudar a los indios. Lleva al obispado a la bancarrota y los curas comienzan a pasar la misma hambre que los indígenas.

El Consejo de Indias toma la decisión de ordenar al Patronazgo de la Iglesia de Indias, que dependía del Rey de España y no de Roma, nombrarle un administrador. El comisario enviado desde Madrid no le entregaba ni una sola moneda al pobre Fray Juan. Así pasó los últimos años de su vida, olvidado del mundo aunque seguro que no de su Dios.

Con 80 años, el 24 de marzo de 1609 muere.

La población indígena que sentía adoración por él manifestó grandes muestras de dolor y de duelo. Su tumba se encuentra en la Catedral de Guatemala.

Catedral de Guatemala

La historia de Fray Juan, y la de otros como él, no es la de un triunfador, y por eso no aparecerá en los libros de historia. Nada pudo hacer para cambiar la vida de los indígenas.

Hasta el siglo XVIII se mantuvo esta situación de explotación. Se suprimen las encomiendas cuando ya hay suficiente gente pobre necesitada de cobrar un salario y vender su tiempo por dinero.

Las ideas de Fray Juan, y su propio ejemplo de como luchar sin descanso ante cualquier situación complicada que se nos presente en la vida, no deberían caer jamás en el olvido.

Una de las características de las personas que viven más tiempo y con mejor salud es la capacidad para superar adversidades y salir reforzado de ellas. La resilencia, y tener un propósito en la vida, hará que puedas vivir más años.

Fray Juan Ramirez vivió 80 años, en una época en que la esperanza de vida no llegaba a los 44 años.

Algunos clérigos que compartían sus ideas propusieron a Roma un proceso de beatificación que se inició, pero en algún momento el expediente se detuvo, y 400 años después sigue paralizado.

No debe de interesar mucho que un hombre que ha luchado hasta la extenuación por defender los derechos de sus semejantes, como hizo Jesucristo, sea nombrado santo.

 

5/5 - (3 votos)

2 comentarios en «Fray Juan Ramírez, un gran ejemplo de persona resilente»

  1. Interesante conocer la historia de gente con principios y valores, que para nada miran los intereses económicos ni apoyan al poder, si no a la razón y la justicia.

    Hace falta más gente como él. Ya que este tipo de personas están en peligro de extinción.

    Responder
    • Muy cierto Marcos, las personas con valores y principios que anteponen la defensa de la justicia y la verdad antes que su beneficio personal, son cada vez menos comunes. Por eso no debemos dejar que caigan en el olvido jamás.

      Responder

Deja un comentario