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Descubre a Viktor Frankl y «El sentido de la vida»
¿Quién fue Viktor Frankl?
Viktor Frankl fue un psiquiatra austriaco que vivió durante 92 años, conocido por el ser el autor de uno de los cien mejores libros del siglo XX, «El hombre en busca del sentido«.
Su vida es un ejemplo de como la tenacidad, el optimismo y la capacidad de lucha para solventar problemas y situaciones complicadas en la vida, es una característica común de las personas más longevas.
Era un médico y terapeuta muy famoso en su ciudad natal, Viena, pero en 1942 los nazis le detuvieron por el hecho de ser judío, lo retuvieron en un gueto, para ser enviado más tarde a varios campos de concentración al igual que su mujer y su familia.
Lo que vivió Victor Frankl en el campo de concentración
Su primer campo de concentración fue Auschwitz. Con su natural optimismo, al ver al grupo de recibimiento, pensó que podría sobrevivir por su aspecto aceptable. No sabía que el grupo estaba seleccionado para que no cundiese el pánico entre los nuevos visitantes.
Empezó a vislumbrar la realidad cuándo le metieron en un barracón junto a 1.100 personas dónde sólo cabían 200, con un trozo de pan de 150 gr. para 4 días. No podían ni ponerse en cuclillas, menos aún sentarse.
Pasó la primera prueba que hacían nada más entrar. A la derecha trabajos forzados, a la izquierda cámara de gas.
Aún pensaba que podría mantener algo de su vida anterior. Jugándose la vida, intenta mantener oculto un escrito dónde recopilaba todo su trabajo como científico. Cuándo le dan dos minutos para deshacerse de todo lo que tiene y empieza a recibir latigazos desnudo, se da cuenta que sólo cuenta con una única cosa en el mundo:
Su existencia desnuda.
Su primer sistema de autodefensa fue contemplar lo que le estaba pasando con una especie de objetividad, con curiosidad sobre lo que pasaría después y que consecuencias traería. Alguna de ellas, como médico, le causaba mayor asombro:
Como salir de las duchas con agua fría a la intemperie, a finales de otoño y pasar horas desnudos bajo la lluvia sin enfermar.
La siguiente que puedo comprobar fue como el ser humano puedo estar casi sin dormir durante días. Compartía litera de 2 x 2,5 m. con 9 personas, sin manta y sin almohada y así era imposible conciliar el sueño.
También comprobaba asombrado como no tenía problemas de encías a pesar de no lavarse los dientes y la gran carencia vitamínica que padecía. Trabajar con sus manos desnudas sobre la tierra y no lavarse tampoco hacía que se le infectasen las heridas y las llagas.
Muchos no soportaban vivir así y acababan con su vida tirándose contra la valla electrificada o ahorcándose.
Viktor no tenía unas condiciones físicas que le invitasen a pensar que podría sobrevivir mucho tiempo. No sólo era un pensamiento interno suyo. Un preso los primeros días así se lo dijo cuando les aconsejó a todos que mantuviesen siempre un aspecto lo más sano posible y que evitasen por todos los medios dar muestras de no estar apto para trabajar. De todos los que estaban oyendo el discurso, el que menos posibilidades tiene de pasar la próxima selección de vida o muerte era él, le dijo el otro preso, por su físico poco robusto.
Tras esta fase de asombro pasó por otro estado. La apatía y la irritabilidad. Los sentimientos de profunda nostalgia por su familia y su vida anterior y el de repugnancia por todo el horror que veía, se convertía en embotamiento que le permitía contemplar impasible las escenas de brutalidad que presenciaba.
Ver como arrancaban a un niño de 12 años los muñones engangrenados de sus pies por haberle obligado a estar de pie, desnudo, en medio de la nieve, ya no le afectaban. No le conmovía asistir a la escena de ver como despojaban de lo poco que tenía un compañero que acababa de morir. Sus zapatos de madera, su uniforme hediondo, todo se lo quitaban un segundo después de fallecer, sin provocarle ningún sobresalto emocional.
Este adormecimiento de cualquier emoción humana le permitía hacerse insensible a los golpes continuos, pedradas, latigazos e insultos que recibía a diario. Para él, la injusticia del insulto injustificado era aún más dura que los propios golpes.
Cuenta como estaba trabajando cavando en el suelo del bosque a 20 grados bajo cero, sin ninguna prenda de abrigo y el capataz sin razón aparente comenzó a insultarle, llamándole cerdo y puerco, cavarás la tierra con los dientes como el animal que eres, le dijo. Acto seguido le preguntó si había sido un hombre de negocios, un vago. La respuesta de Vicktor fue que había sido médico especialista que trabajaba en clínicas para pobres muchas veces sin cobrar. Sólo consiguió incrementar su rabia y recibir una paliza y más insultos.
Con los pies congelados y tan llenos de sabañones, llagas y hielo que no podía atarse los zapatos, con el cuerpo molido a golpes y muerto de hambre y frío, el insulto que acompañaba al maltrato aún le producía indignación.
Ese estado de apatía como método de autodefensa servía para centrarse en el único esfuerzo que podía permitirse, que era el de sobrevivir. Superar la sensación terrible de hambre era una lucha diaria. Sopa aguada, 20 gr. de margarina, jalea aguada o un trozo de queso con muy poco pan, era la dieta que tenía para un duro trabajo sin descanso y sin prendas de abrigo durante horas.
Dedica también Vicktor unas líneas a los guardias del campo. Tanto a los soldados nazis como a los «capos», compañeros prisioneros con funciones de vigilancia.
Unos eran unos sádicos. Las personas que en esencia son malvadas, existen. Disfrutaban y gozaban maltratando a sus semejantes. Otros estaban embotados y endurecidos moralmente y se habían decantado por seguir a la mayoría más fuerte.
En su libro destaca el hecho de que «los mejores no regresaron«.
Aquellos que habían perdido cualquier escrúpulo, que eran capaces de hacer lo que fuese: mentir, robar, traicionar o recurrir a la fuerza para sobrevivir, tenían más posibilidades de salir vivos.
En los campos de concentración, en aquel laboratorio vivo, observábamos y éramos testigos de que algunos de nuestros camaradas actuaban como cerdos, mientras otros se comportaban como santos.
El hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus decisiones y no de sus condiciones depende cual de ellas se manifieste. El hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas, pero también es ese ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padre Nuestro o el Shema Yisrael en sus labios.
Viktor, y otros pocos como él, fueron una excepción. Era un preso común que no trabajó como médico, ni perdió sus valores éticos, pero consiguió sobrevivir. Tenía que excavar túneles, sin ayuda, con sus manos desnudas, para colocar tuberías bajo tierra.
Una minoría hizo lo que estuvo en su mano por ayudar. Entre ellos el propio comandante del último campo en el que estuvo, que compraba de su propio bolsillo medicinas para los prisioneros. Ese hombre fue salvado de morir cuándo liberaron el campo, por el testimonio de aquellos que estaban al tanto de sus acciones.
No había distinción por tanto entre captores y prisioneros. En ambos grupos había dos clases de personas, las «decentes» y las «indecentes«.
Hoy en día seguimos viendo las dos «razas» en cualquier empresa, partido político u organización. Las posibilidades de que cuánto más alto estén en el escalafón pertenezcan a la raza de los indecentes son muy altas por desgracia.
Se pregunta Vicktor, ¿qué es el hombre?.
El hombre es el ser que siempre decide lo que es
¿Cómo encontró Viktor Frankl el sentido de su vida?
Fue en uno de los traslados al campo de trabajo, con los pies helados metidos en los charcos y recibiendo culatazos e insultos, cuando, como siempre hacía intentando evadirse pensando en su esposa, tuvo una revelación. Su mente se aferraba al recuerdo de su mujer, la podía oír y recordaba su mirada y su sonrisa. Fue entonces cuando comprendió el significado último de la vida. Estas son sus palabras:
Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Comprendí como el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad -aunque sea sólo momentáneamente- si contempla al ser querido. El hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido.
Afirma que aún no sabiendo si estaba viva o no, nada en el mundo podía alterar la fuerza de su amor, ni la imagen, ni los pensamientos que tenía sobre su mujer en su propio espíritu, en su yo íntimo.
Las conversaciones con ella le mantenían vivo, sentía que estaba a su lado, su presencia constante era muy real para él.
En un cambio de campo al pensaba que sería dónde por fin encontraría la muerte, le deja un mensaje conmovedor de última voluntad a un compañero para que se lo traslade a su mujer. Le pide que la busque si sobrevive. Que le diga que le hablaba continuamente, a diario. Que la ha amado más que a nadie, y que el tiempo casado con ella tiene más valor que nada que haya vivido.
La libertad de elegir a pesar de las terribles circunstancias que vivían los presos siempre está presente. Destaca a esa minoría, que aún a pesar de los condicionantes que eran los mismos para todos, elegía un ser un determinado tipo de persona. Aquellos que se dedicaban a ayudar a los demás, a darles su único trozo de pan del día, demuestran que esa libertad íntima no se pierde jamás.
Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.
El sufrimiento que padecemos en la vida muchas veces no puede evitarse, pero si podemos elegir nuestra actitud ante el mismo. Conservar nuestro los valores éticos, la generosidad y la dignidad, es la opción que todos podemos elegir siempre, y en última instancia, da a la vida un sentido más profundo.
La opción de vegetar o centrarse en los recuerdos del pasado siempre está ahí. Pero aceptar la realidad del presente como un desafío y una oportunidad para mantenerse fiel a uno mismo, también. Y en esas victorias cotidianas está la grandeza humana y la prueba de tu fuerza interior.
Vicktor nunca perdió la esperanza. A pesar de que no sabía si algún día terminaría la situación tan terrible que estaba pasando, jamás dejo de imaginarse una vida futura mejor. Aquel prisionero que perdía la fe de un futuro mejor, estaba condenado.
Cuenta como un prisionero le relata un sueño en el que una voz le decía que le preguntase aquello que querría saber y sus preguntas obtendrían respuesta. Le pregunta en el sueño cuándo terminará ese sufrimiento. Cuándo liberarán a ese campo de concentración y terminará la guerra. Le dio una fecha, unos meses después. Durante ese tiempo el preso vivió con esperanza y fuerza, convencido de que el sueño era una premonición. A medida que el día señalado llegaba y no habría previsión de que nada cambiase, se fue apagando, enfermó dos días antes de la fecha soñada y murió un día después.
Existe una relación entre el estado de ánimo de una persona, sus esperanzas y su valor, y la capacidad de su cuerpo de mantenerse sano.
La tasa de mortandad aumentaba mucho en la semana del 25 de diciembre hasta al Año Nuevo. Los que tenían la esperanza que en Navidad les liberasen y veían que no se cumplía, acababan muriendo.
En palabras de Nietzsche:
Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo
Tener una meta, un fin, una intención en tu vida, hará que puedas soportar cualquier situación por mala que sea. Nadie puede pasar ese sufrimiento por ti, tu única oportunidad es la actitud que tomes al soportar esa carga.
En el campo de concentración había la norma de no impedir a una persona suicidarse justo en el momento de hacerlo. Nadie cortaba la cuerda del que se estaba ahorcando. Pero algunos, esa minoría valiente, si intentaba por todos los medios impedirlo antes. A aquellos que comentaban que ya no podían seguir luchando, y tenían intención de acabar con su vida, se les recordaba que la vida todavía esperaba algo de ellos. Podía ser su hijo al que quería y le esperaba en otro país. O ser un científico que había dejado inconclusa su obra. O un compositor al que el mundo aún esperaba oír su música.
Cada persona es irremplazable, su unicidad y la responsabilidad que tiene ante otros, o por todo lo que puede crear, hacen que nunca pueda perder la esperanza ante la vida. Conociendo ese «porqué» de la existencia hará que encuentres siempre el «cómo».
La liberación del campo de concentración
El momento de su liberación se podía pensar que pasaron a tener un sentimiento de inmensa alegría. No fue así. Seguían tan endurecidos que habían perdido la capacidad de alegrarse. Tuvieron que aprender a tenerla en un futuro.
Entre los prisioneros, la raza de los indecentes siguió siendo como eran en el campo, sólo que fuera de él. Se convirtieron ahora en ejecutores de la fuerza y de la injusticia que antes habían sufrido.
Y para la raza de los decentes aún no había acabado el sufrimiento. Les esperaba todavía una prueba muy dura. Descubrir que aquellas personas que habían sido su sostén espiritual en el campo de concentración, que les habían dado la fuerza para luchar y mantener la esperanza, ya no existían. Es más, que estaban solos en la vida.
Fue una prueba durísima pero tenían algo que les hacía ser especiales. Sabían que después de lo que todo lo que habían sufrido, no había nada a lo que pudiesen tener miedo, nada que no pudiesen soportar en esta vida.
Vicktor fue uno de los que tuvieron que pasar por esta última prueba tan dura. Cuándo fue a buscar a su mujer descubrió que al igual que sus padres, habían sido asesinados en un campo de concentración.
¿En que consiste la logoterapia de Vicktor Frankl?
Tras terminar la guerra volvió a su trabajo como psicoterapeuta, creando su propia teoría, la logoterapia.

Se basa en que el paciente conozca su cometido en la vida, su sentido o propósito. Se trata en descubrir nuestro único sentido de la vida.
El hombre no toma una decisión basándose en sus principios morales y tener buena conciencia. Elige la opción por amor a la persona, causa o Dios al que de verdad ame.
La aspiración humana por una vida significativa y ver frustrado ese anhelo es una fuente de neurosis. Estar trabajando en algo que no satisfaga ese anhelo, sólo te traerá una frustración existencial y con ellos síntomas de neurosis. No significa que tengas ninguna enfermedad mental, sólo una angustia espiritual, y ninguna droga legal o ilegal conseguirá quitártela.
Tienes que descubrir que es lo que anhelas con más fuerza en el el fondo de tu ser y seguirlo. Saber que tu vida tiene un sentido, que tienes una tarea por realizar en el futuro, es el motor de tu existencia.
Su sistema mira más al futuro, intentado quebrar el círculo vicioso de los pensamientos que generan la neurosis.
La salud es una tensión entre lo que ha logrado en la vida y lo que aspiras a conseguir. La vida sin ninguna tensión no es buena. Es necesario buscar una meta por la merezca la pena vivir y esforzarse y luchar por conseguirla. Si no tienes ninguna meta, no encuentras significado a tu vida, encontrarás dentro de ti un gran vacío existencial.
Es muy fácil, en ese estado, caer bajo el influjo de hacer lo que otras personas quieren que hagas o bien en hacer lo que hacen los demás.
Este vacío lo padecen personas mayores solitarias porque sus seres queridos ya no están, los trabajadores que el domingo es su peor día por tener que volver el lunes a un trabajo que detestan, los que buscan como meta el poder o disponer del mayor número de posesiones materiales o conquistas sexuales.
Descubrir el sentido de tu vida sólo te corresponde a ti mismo, nadie puede hacerlo por ti. Puedes descubrirlo realizando alguna acción, teniendo algún principio o por el sufrimiento.
Sentir amor por alguien, posibilita al ser amado que sea consciente de lo que puede llegar a ser, aquello en lo que puede convertirse si así lo desea.
Hay situaciones en la vida que son imposibles de cambiar. El sufrimiento es muy grande y sólo podemos elegir la actitud ante ese sufrimiento. La pérdida irreparable de un ser querido, una enfermedad incurable, sólo nos deja como salida cambiar nuestra actitud ante un destino inexorable. Sufrir con valentía, sin hundirse, debe darnos fuerza y orgullo por ser capaces de tomar esa actitud.
Una vida donde nos podamos sentir orgullosos por el trabajo bien hecho realizado, del amor amado y de los sufrimientos vividos con valentía es una vida con significado.
Longevidad y encontrar tu propósito en la vida
Una de las claves por tanto para poder vivir muchos años sano es tener un propósito en la vida. Algo que nos permita encontrarle un significado. Si tienes ese propósito podrás vivir con entusiasmo. El entusiasmo trae optimismo, salud y bienestar mental.
Me ha encantado. La historia de una vida muy triste, pero muy conmovedora.
Me alegro que te haya gustado Susy. Es una vida con momentos tristes por todo lo que tuvieron que pasar personas inocentes. Pero también lo es de esperanza y optimismo, claves para poder salir de cualquier situación en la vida, incluso tan extrema como ésta.
Totalmente de acuerdo.
Aunque espero que nadie tenga que vivir situaciones como las de este hombre, el encontrar las metas personales que realmente mantengan uno motivado es clave para mitigar muchos problemas que consideramos importantes y ayudar a conseguir nuestros objetivos que son los importantes.
Gran artículo!
Muchas gracias Marcos. Muy cierto lo que comentas. Encontrar aquello que da sentido a tu existencia, es la clave para solventar problemas y alcanzar tus metas en la vida. Me alegro que te haya gustado.